En el Génesis, encontramos un pasaje que revela una profunda verdad sobre nuestra relación con Dios. Génesis 1:2-4 nos dice:
“La tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: ‘Sea la luz’; y fue la luz. Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas.”
El Dilema de la Orden
A menudo, nos enfrentamos a un dilema similar en nuestra vida espiritual. ¿Debemos ordenarnos primero para que Dios se manifieste en nosotros? ¿O debemos esperar a que Dios se manifieste para que nos ordene?
La Luz que Revela
Este pasaje nos ofrece una respuesta sorprendente. Antes de que Dios creara el sol, la luna y las estrellas, antes de que formara los continentes y los mares, creó la luz. La luz reveló lo que estaba oculto en la oscuridad. Solo después de la luz, Dios pudo continuar con la creación.
La Metáfora de la Habitación a Oscuras
Imagina una habitación completamente a oscuras. Intentar ordenarla sería imposible. No veríamos lo que está desordenado o qué debe desecharse. Pero cuando encendemos la luz, todo se vuelve claro. Así también en nuestra vida: no podemos ordenarnos por nuestra cuenta. Necesitamos recibir a Dios en nuestro corazón para que la luz de Cristo brille en nosotros.
La Limpieza Interior
Dios no solo ordena, sino que también limpia. Cuando la luz de Cristo ilumina nuestra vida, podemos ver nuestras impurezas y defectos. Dios nos capacita para desechar lo que no sirve y limpiar toda impureza. Es un proceso constante de transformación.
Conclusión
Hoy, te invito a recibir la luz de Cristo. No esperes a estar perfecto para acercarte a Dios. Deja que su luz revele y ordene tu vida. Él es el Maestro de la limpieza interior. “Si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:7).
¡Deja que la luz de Cristo te guíe hacia la verdadera orden y pureza! 🌟🙏✨